Jake Baddeley

Hay dos luces, una que ilumina la habitación y la que está dentro de tu cabeza, yo pinto con la última. Mis cuadros están iluminados por la luz de la imaginación, la luz real.

Los lugares que visito gracias a mi trabajo son producto de mis sueños, que también están bañados por esta luz. Es una luz emocional, que puede transmitir un sentimiento, un estado de ánimo o una idea. Es la luz de la nostalgia, de un recuerdo lejano, la luz del mágico jardín de la infancia.

Una imagen puede llegar a mí completa, ¿puedo retenerla en mi cabeza y terminar la pintura antes de que se desvanezca? No me gusta hacerme tantas preguntas, editar o filtrar. Si lo hago, siempre me quedo con polvo en las manos o una pintura menos interesante.

Escucho la tranquila voz interior, la intuición, como guía. El pensamiento se lo dejo al espectador. El significado, a veces puede ser deficiente o la razón oscura, pero a menudo hay un poder, una luminosidad en un trabajo exitoso que se resiste a toda aclaración. Nunca cambiaría eso por la idea más cuidadosamente compuesta.